¿Es mi hijo un caso de TDAH?
Hace poco me encontraba caminando por la calle cuando pasé
por un centro de taekwondo, en realidad parecía más que un centro de artes
marciales ya que pude observar también a niñas saliendo con su tutú y equipo de
danza, en fin, ésta situación no fue la que llamó mi atención sino la de una
escena en una esquina, donde una madre lidiaba con su hijo al parecer de unos 6
o 7 años, quien hacía una rabieta por no querer entrar a clase. El niño portaba
su uniforme blanco y cinta amarilla, ya un poco descompuesto y con el nudo
deshecho debido al forcejeo con su madre. En ese momento pasaron por mi mente
muchas suposiciones en las cuales trataba de explicarme a mi misma la razón por
la cual niño no quería entrar a clase. ¿Será
que no le gusta el taekwondo? ¡Tal vez el maestro lo intimida! ¡Seguro algún
compañerito le hizo el feo! Seguí mi camino y no pude enterarme si al final
el pequeño se había decidido por entrar a su clase. Pasados unos días, llegó a
mí una persona que trabaja como maestra titular pidiendo un consejo ya que en
su salón de clases había un niño que no se quedaba quieto.
-Ya no sabemos qué
hacer con él en clase, está todo el tiempo de pié y se distrae con todo.
-¿Será bueno que lo
metan a taekwondo? Lo llevaban a fútbol pero no le gustó mucho y lo sacaron.
-¿Crees que tenga
TDAH?
Esta situación me hizo recordar de inmediato esa escena del
niño y la madre forcejeando por entrar a clase y es que en la profesión de
psicología muchas veces nos abordan tanto padres de familia como educadores
sobre consejos para que el niño canalice su exceso de energía con la esperanza
de que les brindemos la preciada fórmula mágica que resolverá el problema. De
cierta manera es totalmente normal que muchos padres o quienes están a cargo de
estos menores “inquietos” se sientan confundidos y en ocasiones impotentes al
no saber cuál es el mejor método y manejo para el pequeño así como las
situaciones que su conducta desencadena. Es muy común escuchar decir “yo también era así de inquieto de pequeño”,
“tiene energía de más”…”no te preocupes,
ya se compondrá de grande, son etapas”. Ante todas estas suposiciones es
importante señalar que antes de encontrar una solución abordemos algunas de las
posibles razones por las cuales el niño muestra dicha conducta. Es cierto que
el TDAH es un trastorno neuro-psiquiátrico que presenta una sintomatología
parecida, caracterizado principalmente por el decremento en la atención y un
comportamiento impulsivo e hiperactivo, sin embargo es de importancia señalar
que muchas veces el diagnostico es sobrevalorado y que ante todo hay que
descartar otras situaciones que pudiesen estar provocando la conducta.
Los hijos, en
ocasiones, son el reflejo de lo que ocurre en casa y su bienestar
psicológico individual se ve influenciado por la dinámica familiar. Un ejemplo
muy claro es cuando en una ocasión, trabajando en una escuela, me refirieron a
un niño de 5 años que de un tiempo en
adelante lloraba por todo, se encontraba muy sensible y había comenzado a
tartamudear. Al estar con él en mi oficina me sorprendió el hecho de que era
casi imposible hilar tres palabras seguidas sin que perdiera sentido su
discurso. En situaciones como ésta las posibilidades de intervención abundan, desde buscar un terapeuta de lenguaje, enviarlo a una revisión médica, citar a
padres, entre otras. Cuando nos encontramos en una escuela lo ideal es principalmente
citar a padres y hablar de la situación. Al hacer esto me di cuenta que la
dinámica familiar había cambiado, había un nuevo integrante en la familia y el
menor se había convertido en el primogénito. Con esto no quiero decir que todo niño
va a reaccionar de igual forma ante el nacimiento de un hermanito, pero si recomendaría prestar atención al contexto familiar del menor para reconocer
si existe alguna situación que se está reflejando en su manera de interactuar
fuera de éste.
Otros puntos importantes que pueden ser tomados a
consideración es reconocer las actitudes del niño tanto en escuela como en el
hogar, cuánto tiempo lleva con el comportamiento, si éste va empeorando y sobre
todo analizar si los métodos de enseñanza son los más adecuados para él. Muchas
veces una mayor estructuración en casa y con esto me refiero a definir los
límites, enseñarle reglas y que éstas sean claras y precisas, así como mantener
un discurso lógico y entendible puede ayudar al niño a mantener un equilibrio y
sobre todo a saber afrontar su propia realidad.
Tratar de encontrar una solución fácil siempre será una
opción para muchos de nosotros, las actividades extras también serán un factor
que distraiga o tranquilice al menor, sin embargo dejamos a su criterio y
reflexión las decisiones que cree son más adecuadas y traerán un mayor
beneficio a su hijo, no hay mejor persona para realizar un análisis de la
situación que quien convive más tiempo con él.
En la siguiente parte de éste artículo analizaremos más a
fondo qué es el TDAH, para poder comprender claramente de qué se trata éste
trastorno y sobre todo tratar de entender y generar estrategias de intervención
más adecuadas e integrales.
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